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martes, 31 de agosto de 2010

Una noche el típico joven salió de fiesta con sus amigos. Fue a la discoteca y en ella bebió como era habitual. Al coger el coche de camino a su casa tuvo un desagradable suceso: por el paso de cebra cruzó una mujer que iba con su perro. El coche del joven la atropelló destrozándola completamente. El perro, sin grandes daños, corrió calle abajo.

Ese joven estaba demasiado asustado y huyo despavorido en su coche. Eran las 4 de la mañana del día 15 de junio.

El joven intentó olvidarlo, pues nadie se enteró de lo ocurrido. Aunque estaba aterrorizado, lo consiguió olvidar con el tiempo.

Una noche, mientras el joven estaba en su casa viendo la tele oyó unos ladridos de perro. Ignoró a ese molesto animal. Los ladridos eran cada vez más fuertes y parecían que provenían del pasillo de su casa. El miedo recorrió todo su cuerpo, no tenía sentido. El joven se levantó lentamente y se acercó al pasillo.

Miró en la oscuridad, y no vio nada. El sonido ya había cesado. Cuando se dio la vuelta notó que algo le había rozado la pierna. El joven se apartó rápidamente y pudo apreciar la sombra de un perro pasando por su lado.

El joven pensó: "¿Cómo se supone que ha entrado un perro en mi casa?".

Se acercó hacia donde fue el perro y encendió la luz. En la puerta de su casa pudo observar a la mujer que atropelló colgada de un perchero. El cuerpo sin vida parecía que estaba en descomposición.

El chico cayó de espaldas desesperado por el miedo. Se levantó rápidamente y huyó de su casa. Bajó a la calle y al cruzar por la carretera fue atropellado por un coche. En sus últimos segundos de vida pudo apreciar un rostro humano que lo miraba de forma burlona. Al poco tiempo perdió la vida. Eran las cuatro de la mañana del día 15 de junio.

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