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sábado, 28 de agosto de 2010

Cuando me necesites llama a mi puerta, que de par en par están abiertas para ti. Y si algo puedo ofrecerte, acogelo con agrado, porque es sincero y afectuoso.
Cuéntame aquello que te hace feliz, podríamos sonreír juntos, compartir tu alegría.
Duplica ese sentimiento, rememora aquel tiempo.
Toma conciencia de lo que estas viviendo cuando te embargue la felicidad.

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