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jueves, 9 de septiembre de 2010

Era practicamente la medianoche cuando me encontraba dormido, recuerdo que de pronto me sentí entre dormido y despierto y quise despertar, pero no podía.
Algo me jalaba hacia dentro de la cama y poco a poco sentía que me iba hunidiendo, mientras más trataba de levantarme más me hundía y de pronto sentí unas manos que me tomaban de los hombros jalandome hacia dentro de la cama.

No podía abrir los ojos ni podía hablar, entonces de pronto ya pude abrir los ojos y vi el techo de mi cuarto, sentía las manos que me jalaban y trataba de gritarle a mi mamá o a alguno de mi familia para que me ayudara.
Pero sucedió lo más horrible de toda la noche.

Asi sin poderme mover pude voltear y vi que una sombra pasó rapidamente por la ventana, de pronto sentí mucho frío y una ráfaga de aire entró.
Eso era imposible porque no tenía abierta la ventana, sin embargo la sentí.
Me encontraba desesperado y con mucho miedo, sentía esas horribles garras jalandome hacia la cama, no podía hablar ni moverme solo mirar como pasaban las cosas esa noche.

La sombra se proyecto por el techo y yo empecé a rezar, sentía que algo no estaba mal y sólo rogaba porque fuera lo que fuera no se apoderara de mi, la cama empezó a sacudirse como si alguien la estuviera empujando y yo rezaba aun con más fuerza, de pronto se escuchó un grito hueco, sonoro, muy grave... como si se fuera alejando, era como un quejido y lo acmpañaron otros quejidos como los que se ven en las peliculas de muertos.
Se alejaron y por fin pude moverme, mi cuerpo me dolía y estaba empapado en sudor y pronto descubrí que todo lo había soñado
Me levanté y fuí a la cocina a tomar un vaso de leche caliente, tratando de quitar de mi cabeza la terrible sensacion y la experiencia tan amarga que había vivido.

Ya más tarde regrese a la cama, sólo para escuchar una voz horrible que decía mi nombre, me levanté rápidamente y entonces descubrí algo que me dejó aterrado.

Alrededor de mi cama había tierra o ceniza, no lo sé, era un polvo oscuro que no sé de donde había salido.

Salté a la cama y comencé a rezar de nuevo, recuerdo que tenía lagrimas en los ojos y mucho miedo, las voces se escucharon de nuevo quejándose y yo deseaba que de nuevo fuera una pesadilla.

Me arrojé sobre la biblia que tenía guardada en un cajón y empecé a pedir porque no me pasara nada, luego escuché ruidos afuera y vi que la sombra se acercó a mi ventana.

Abrazé la biblia con todas mis fuerzas y oré como nunca.
Sonó un golpe seco y un grito y de pronto ya no se escuchó nada más. A lo lejos el perro de la casa vecina aullaba y todo volvió a la normalidad.
Al otro día me enteré que el perro había muerto en la noche y nunca supieron porque.

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